Las grandes
empresas, los grandes adinerados no se dejan ver durante el día. Salen por las
noches de sus agujeros para planear cualquier acto que implica enriquecerse un
poco más. Todo ello a cualquier coste. En casi todos esos actos, siempre salen
perjudicadas personas, animales y en general, el ecosistema. La naturaleza. Esa
que nos mantiene con vida mientras el tiempo pasa. Un tiempo que se terminará
nada más y nada menos, que cuando todo esto nos explote en las mismísimas
narices. ¿Que para producir biodiesel y derivados, hace falta robarle sus
tierras a las personas que habitan en países subdesarrollados? Adelante, no
importan las consecuencias que eso pueda tener. En este caso particular, hemos
engendrado una enfermedad mortal, que se cobra millones de víctimas cada año.
Ha muerto gente por el beneficio económico de otros/as.
Mucho “postureo” diría yo, somos todos y todas
estupendos, avanzamos a pasos agigantados en el respeto hacia los derechos
humanos, solo queda algo por hacer: demostrarlo. En el planeta viven tantas
personas, que es inimaginable económicamente que todas lo hagan en condiciones.
No compensa económicamente. Para que
unos pocos sean muy ricos, muchos han de sufrir la pobreza más extrema,
otros/as, trabajar, y mientras, gracias a nuestra estupefaciencia, mantener a
flote el sistema mier-conómico. Ese sistema que prevalece por encima del otro
sistema. El natural.
Manuel Reguera Pereira
Al leer este artículo me provoca sentimientos encontrados.
Por una parte, el echo de que la gente investigue estas
enfermedades, y sean dichas, aunque sea a una pequeña minoría, me hace tener fe
ante la posibilidad de que aún se podrían descubrir echos verdaderamente
importantes, y con un gran valor. No solo referido a los problemas que engloban
a las personas de alto capital, sino también a aquellos que no lo poseen.
No obstante, el saber,
por ejemplo, que a este colectivo que viven en el umbral de pobreza se les
echa, directa o indirectamente la culpa de las diferentes enfermedades, que son
conocidas para todo el mundo, y que se oculte aquellas que son causadas por
cosas tan fácilmente evitables, pero que no conviene por la perdida monetaria
que esta produciría, no me deja ver la bondad y sinceridad que la humanidad
debería de tener, o cuanto menos, buscar.
Si es cierto que algunas situaciones nos produce beneficio,
creó que también, aunque solamente fuera por decencia y empatía, dejarlas en
caso de que hiciera daño a una población, aunque fueran sin recursos
económicos.
¿Por qué, pues, cuando se descubrió esta información sobre el
ébola no se hizo público, y se busco poner fin al iniciante para evitar así más
propagación?
Es curioso, puesto que aunque nos denominemos a nosotros y
nosotras mismas /os, una sociedad en busca de la verdad (a través de la
ciencia, de la espiritualidad...) nos dejamos tapar los ojos con una tupida
venda cuando los echos acarecidos no nos convienen.
¿Es este el mundo que queremos dejarles a nuestra descendencia?
Además, ya no es solo el echo de que nos lastimemos entre
nosotras/os, sino a otras especies, ¿por qué a las vacas, animales herbívoros,
se les da pienso con carne? ¿No han pensado, que pese al ahorro, esas hormonas
y estimulantes pueden estarle causando daño grave a estos/as pobres animales?
¿De verdad somos tan terriblemente egoístas que por nuestro
propio beneficio somos capaces de dañar a un ser indefenso?
La humanidad esta en decadencia, y esta llevando a la
naturaleza a la ruina. Y si nos somos capaces de poner nuestro grano de arena,
y manifestarnos e intentar cambiar la situación actual para el mayor beneficio
del todos/as, aunque esto a corto plazo nos sea molesto, no podremos dejar a
futuras generaciones, un lugar donde puedan crecer sanos/as y seguras/os.
Y este artículo, es la gran prueba de ello.
Es tiempo de reflexionar y cambiar, y esto depende,
solamente, de nosotras/os.
Comentario acerca de “La ruta del Ébola empieza en nuestros coches” de Gustavo
Duch, para
la materia de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible, en el Grado de
Educación Social. Recuperado de https://gustavoduch.wordpress.com/2014/11/24/la-ruta-del-ebola-empieza-en-nuestros-coches/ )
Erase una vez un río que
fluía tranquilo por las tierras africanas. Un río que posiblemente ayudaba en
los cultivos de las familias que vivían en perfecta armonía con la naturaleza.
Pero entonces, alguien cambió el
curso de éste, y su nombre, Ébola, pasó
a ocupar grandes titulares, dando nombre a una pandemia, la del Ébola. Y
entonces, saltó la noticia, en África se estaban infectando personas, que se
morían, y otras personas que estaban en ayuda humanitaria, también se estaban
infectando, pero tenían la suerte de ser traídas por sus respectivos gobiernos de
nuevo a sus países de origen, para ser curadas. Sin embargo, de nuevo, otra vez
más, la otra persona, la ALTERIDAD,
quedaba abandonada a su suerte, pasando a hablarse de la escalofriante cifra de
70 personas muertas a la semana, en la zona de Sierra Leona, uno de los países
afectados.
¿Pero quién o quiénes
estaban cambiando el curso de ese río y produciendo esas muertes? ¿Quiénes eran las personas responsables? Esa
noticia no interesaba ponerla en los grandes titulares, así que pronto se
cambió de tema, y quienes quisimos saber más sobre el grave problema, tuvimos
que informarnos a través de quienes siguen preocupados por el Planeta, tal es
el caso de este Blog de Gustavo Duch, al que llegué a él, no sólo por esta
materia de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible, sino a través de El Bosque Habitado de Radio-3, excelente programa, como todos
los de la emisora, conducido por Mª José
Parejo.
Y entonces te enteras
a través de este Blog de Gustavo Duch, que detrás de todo esto, están grandes
multinacionales, de diferentes países de Europa y América, que, se encargan de
crear plantaciones de palma aceitera o palma africana, que al parecer les
encanta a los murciélagos frugívoros, que son los que finalmente propagan el
virus a la población. Y de todas sus reflexiones saca la conclusión de que hay
un “maná” , no para el pueblo
africano, maltratado desde los tiempos del colonialismo, sino para aquellos
gobiernos colonialistas y esclavistas, en el pasado, y no diagnosticados en la
actualidad de “codiciosos y de infrahumanos”.
Se puede decir, que
esta vez, no es un “diamante ensangrentado”, pero que igualmente causa infinidad
de vidas humanas, ya que la palma aceitera es la que produce la gasolina, combustible
que permite a los países llamados desarrollados, seguir haciendo negocios,
aunque para ello se sacrifiquen, otra vez, a la otra parte de la humanidad.
¿Y tanto dinero para
qué? ¿Acaso invierten algo de sus beneficios en ayudar a aquellas personas que
intentan buscar un nuevo futuro en la “vieja Europa” para salvar sus vidas? O
simplemente, lo que hacen es seguir violando los Derechos Humanos, poniendo
vallas con concertinas, ¡cuanto más altas mejor!, para impedir su entrada a
quien intente saltarlas
Pero las multinacionales,
no obstante, pueden viajar al continente africano, porque viajan en avión, de
primera clase. Y entonces llegan y se instalan, sin llamar a sus puertas,
implementándoles formas de cultivo que como dice Gustavo Duch es “un modelo de agricultura diseñado para
generar materias primas para el mercado en lugar de alimentos para la población”.
¿Y a quién le importa que la mitad de la población no se alimente, a pesar de
que haya una superproducción de los alimentos?
Y si “la ruta del Ébola
empieza en nuestros coches” como bien nos dice Gustavo Duch, bien podríamos
seguir “manteniéndola” en nuestras conciencias, y actuar, cuando decidamos
coger el ascensor, en lugar de subir o bajar escaleras, coger el coche para ir
al trabajo, cuando el trayecto se puede hacer en bicicleta o andando. Viajar en
transporte público o en coche privado..., en fin, infinidad de soluciones. Así
pues:
ACTÚA, REBÉLATE,
y deja de ser su MARIONETA.
Mª Elva Vega Grande (3º de Educación Social)
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