jueves, 19 de febrero de 2015

Comentario: La ruta del ébola empieza en nuestros coches

Las grandes empresas, los grandes adinerados no se dejan ver durante el día. Salen por las noches de sus agujeros para planear cualquier acto que implica enriquecerse un poco más. Todo ello a cualquier coste. En casi todos esos actos, siempre salen perjudicadas personas, animales y en general, el ecosistema. La naturaleza. Esa que nos mantiene con vida mientras el tiempo pasa. Un tiempo que se terminará nada más y nada menos, que cuando todo esto nos explote en las mismísimas narices. ¿Que para producir biodiesel y derivados, hace falta robarle sus tierras a las personas que habitan en países subdesarrollados? Adelante, no importan las consecuencias que eso pueda tener. En este caso particular, hemos engendrado una enfermedad mortal, que se cobra millones de víctimas cada año. Ha muerto gente por el beneficio económico de otros/as.
Mucho “postureo” diría yo, somos todos y todas estupendos, avanzamos a pasos agigantados en el respeto hacia los derechos humanos, solo queda algo por hacer: demostrarlo. En el planeta viven tantas personas, que es inimaginable económicamente que todas lo hagan en condiciones.  No compensa económicamente. Para que unos pocos sean muy ricos, muchos han de sufrir la pobreza más extrema, otros/as, trabajar, y mientras, gracias a nuestra estupefaciencia, mantener a flote el sistema mier-conómico. Ese sistema que prevalece por encima del otro sistema. El natural.
Manuel Reguera Pereira


Al leer este artículo me provoca sentimientos encontrados.
Por una parte, el echo de que la gente investigue estas enfermedades, y sean dichas, aunque sea a una pequeña minoría, me hace tener fe ante la posibilidad de que aún se podrían descubrir echos verdaderamente importantes, y con un gran valor. No solo referido a los problemas que engloban a las personas de alto capital, sino también a aquellos que no lo poseen.
No obstante,  el saber, por ejemplo, que a este colectivo que viven en el umbral de pobreza se les echa, directa o indirectamente la culpa de las diferentes enfermedades, que son conocidas para todo el mundo, y que se oculte aquellas que son causadas por cosas tan fácilmente evitables, pero que no conviene por la perdida monetaria que esta produciría, no me deja ver la bondad y sinceridad que la humanidad debería de tener, o cuanto menos, buscar.
Si es cierto que algunas situaciones nos produce beneficio, creó que también, aunque solamente fuera por decencia y empatía, dejarlas en caso de que hiciera daño a una población, aunque fueran sin recursos económicos.
¿Por qué, pues, cuando se descubrió esta información sobre el ébola no se hizo público, y se busco poner fin al iniciante para evitar así más propagación?
Es curioso, puesto que aunque nos denominemos a nosotros y nosotras mismas /os, una sociedad en busca de la verdad (a través de la ciencia, de la espiritualidad...) nos dejamos tapar los ojos con una tupida venda cuando los echos acarecidos no nos convienen.
¿Es este el mundo que queremos dejarles a nuestra descendencia?
Además, ya no es solo el echo de que nos lastimemos entre nosotras/os, sino a otras especies, ¿por qué a las vacas, animales herbívoros, se les da pienso con carne? ¿No han pensado, que pese al ahorro, esas hormonas y estimulantes pueden estarle causando daño grave a estos/as pobres animales?
¿De verdad somos tan terriblemente egoístas que por nuestro propio beneficio somos capaces de dañar a un ser indefenso?
La humanidad esta en decadencia, y esta llevando a la naturaleza a la ruina. Y si nos somos capaces de poner nuestro grano de arena, y manifestarnos e intentar cambiar la situación actual para el mayor beneficio del todos/as, aunque esto a corto plazo nos sea molesto, no podremos dejar a futuras generaciones, un lugar donde puedan crecer sanos/as y seguras/os.
Y este artículo, es la gran prueba de ello.
Es tiempo de reflexionar y cambiar, y esto depende, solamente, de nosotras/os.

 Iria Lorenzo Blanco


Comentario acerca de “La ruta del Ébola empieza en nuestros coches” de Gustavo Duch, para la materia de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible, en el Grado de Educación Social. Recuperado de https://gustavoduch.wordpress.com/2014/11/24/la-ruta-del-ebola-empieza-en-nuestros-coches/ )
Erase una vez un río que fluía tranquilo por las tierras africanas. Un río que posiblemente ayudaba en los cultivos de las familias que vivían en perfecta armonía con la naturaleza. Pero entonces, alguien cambió el curso de éste, y su nombre, Ébola, pasó a ocupar grandes titulares, dando nombre a una pandemia, la del Ébola. Y entonces, saltó la noticia, en África se estaban infectando personas, que se morían, y otras personas que estaban en ayuda humanitaria, también se estaban infectando, pero tenían la suerte de ser traídas por sus respectivos gobiernos de nuevo a sus países de origen, para ser curadas. Sin embargo, de nuevo, otra vez más, la otra persona, la ALTERIDAD, quedaba abandonada a su suerte, pasando a hablarse de la escalofriante cifra de 70 personas muertas a la semana, en la zona de Sierra Leona, uno de los países afectados.

¿Pero quién o quiénes estaban cambiando el curso de ese río y produciendo esas muertes?  ¿Quiénes eran las personas responsables? Esa noticia no interesaba ponerla en los grandes titulares, así que pronto se cambió de tema, y quienes quisimos saber más sobre el grave problema, tuvimos que informarnos a través de quienes siguen preocupados por el Planeta, tal es el caso de este Blog de Gustavo Duch, al que llegué a él, no sólo por esta materia de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible, sino a través de El Bosque Habitado de Radio-3, excelente programa, como todos los de la emisora, conducido por Mª José Parejo.

Y entonces te enteras a través de este Blog de Gustavo Duch, que detrás de todo esto, están grandes multinacionales, de diferentes países de Europa y América, que, se encargan de crear plantaciones de palma aceitera o palma africana, que al parecer les encanta a los murciélagos frugívoros, que son los que finalmente propagan el virus a la población. Y de todas sus reflexiones saca la conclusión de que hay un “maná” , no para el pueblo africano, maltratado desde los tiempos del colonialismo, sino para aquellos gobiernos colonialistas y esclavistas, en el pasado, y no diagnosticados en la actualidad de “codiciosos y de infrahumanos”.

Se puede decir, que esta vez, no es un “diamante ensangrentado”, pero que igualmente causa infinidad de vidas humanas, ya que la palma aceitera es la que produce la gasolina, combustible que permite a los países llamados desarrollados, seguir haciendo negocios, aunque para ello se sacrifiquen, otra vez, a la otra parte de la humanidad.

¿Y tanto dinero para qué? ¿Acaso invierten algo de sus beneficios en ayudar a aquellas personas que intentan buscar un nuevo futuro en la “vieja Europa” para salvar sus vidas? O simplemente, lo que hacen es seguir violando los Derechos Humanos, poniendo vallas con concertinas, ¡cuanto más altas mejor!, para impedir su entrada a quien intente saltarlas

Pero las multinacionales, no obstante, pueden viajar al continente africano, porque viajan en avión, de primera clase. Y entonces llegan y se instalan, sin llamar a sus puertas, implementándoles formas de cultivo que como dice Gustavo Duch es “un modelo de agricultura diseñado para generar materias primas para el mercado en lugar de alimentos para la población”. ¿Y a quién le importa que la mitad de la población no se alimente, a pesar de que haya una superproducción de los alimentos?

Y si “la ruta del Ébola empieza en nuestros coches” como bien nos dice Gustavo Duch, bien podríamos seguir “manteniéndola” en nuestras conciencias, y actuar, cuando decidamos coger el ascensor, en lugar de subir o bajar escaleras, coger el coche para ir al trabajo, cuando el trayecto se puede hacer en bicicleta o andando. Viajar en transporte público o en coche privado..., en fin, infinidad de soluciones. Así pues:

ACTÚA, REBÉLATE, y deja de ser su MARIONETA.
Mª Elva Vega Grande (3º de Educación Social)

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