Prestige
Este video me produce sentimientos encontrados.
Por una parte, el hecho de que tantas personas acudieran a ayudar a las costas gallegas me hace
sentir, una vez más, algo de fe en el ser humano.
Si es cierto que pese a los muchos defectos que estos pueden
acarrear a lo largo del tiempo, la
solidaridad se puede ver en estos pequeños sucesos.
El problema es que se necesite de estas catástrofes para que
ese sentimiento brote.
Somos capaces de recorrernos miles de kilómetros para
ayudar cuando algo se hace famoso, de
esforzarnos al máximo si nuestro esfuerzo va a ser reconocido, pero en cambio,
no somos capaces muchas veces de ayudar a la persona que esta a nuestro lado.
Así que, pese a la esperanza que este video me transmita, no
puedo evitar la desilusión puesto que, lo que lo ha desencadenado fue la
publicidad, el que era noticia.
Así pues, también se podría hablar del echo de que no se
lleven a cabo las medidas de seguridad requeridas para evitar que esto
sucediera. Tendemos pues, a confiar mucho en que las cosas mala no van a pasar,
evitamos pensar en los peores escenarios... y esto nos lleva a fijarnos menos
en las acciones, en valorar poco lo que tenemos y lo que hacemos... y hasta que
pasan cosas como esta no somos capaces de darnos cuenta del daño que muchas
veces hacemos.
Es pues, otra muestra de ignorancia referida a las
consecuencias de nuestros actos que, una vez más, la humanidad decidió crear.
Estamos destrozando el planeta con estas acciones que vemos
muchas veces vanas e inofensivas, sin darnos cuenta de lo que esto provoca.
Pues, si de verdad hubiéramos echo para quitarnos la venda de
los ojos, ¿nos dedicaríamos a realizar acciones como estas?
Y si la respuesta es si ¿qué clase de seres racionales somos
que por buscar un poco de alegría y comodidad en nuestras vidas somos capaces
de provocar muerte y destrucción?
Así pues, y ya para acabar.
Desearle al mar que envuelva con sus olas la tristeza de
aquello que la historia del Prestige provocó, y que con esta desolación
olvidada, se lleve con el el perdón inmerecido por nuestros actos. Además de
desearle que algún día, las consecuencias de lo todo esto desaparezcan de sus
moléculas y vuelva a estar limpio y puro.
Río de muerte, catástrofe ecológica por la rotura de la presa de Aznalcóllar (1998)
Desastre Aznalcollar- La
catástrofe anunciada
Hace más de una década, se
produjo una de las mayores desgracias ecológicas de la historia de España. La rotura de la balsa de decantación de la
mina de pirita de Aználcollar. (Sevilla)
Una avalancha de aguas ácidas y
altamente nocivas para el ecosistema, se vierte al rio Guadiamar y Agrio,
haciendo que se desborden, que las aguas ácidas se filtren en la tierra y
propiciando la muerte de miles de animales.
Al parecer el tribunal supremo en
el año 2004 condenó a la empresa a pagar 45 millones de €, pero ya se sabe que
para llenarse los bolsillos rápidamente se actúa sin embargo, cuando se trata de pagar…
Esta desgracia había sido ya
anunciada por diferentes medios antes de que sucediera. Cabe preguntarse, ¿por
qué hicieron caso omiso tanto la administración como la empresa? la respuesta
es muy sencilla: por qué no les compensaba. El Parque de Doñana se vio afectado
por esta catástrofe, pero sin embargo, a día de hoy, nadie ha asumido
responsabilidades. Este sistema se está cargando el medio en el que vivimos, y
lo hace a pasos agigantados. Podemos aplaudirles, o espabilar e intentar
cambiar las cosas.
Manuel Reguera Pereira
ARAL, EL MAR PERDIDO
Cuando pasa algo
grave, lo primero que se busca es la culpabilidad de alguien y, entonces
quienes están más cerca, pasan a ser inmediatamente quienes llevan la mayor
responsabilidad. Luego entonces, en el
caso que nos ocupa, relativo a la pérdida del mar de Aral del Asia Central,
posiblemente harían responsable a los países de la antigua Unión Soviética.
¿Pero es esto así? ¿Le competía sólo a la antigua Unión Soviética o hay algo más que está fallando desde hace
tiempo? ¿Nos falta humanidad?
En
ocasiones, se protege el patrimonio cultural, que no digo que no haya que
hacerlo, que sí que hay que hacerlo. ¿Y por qué se hace? Posiblemente, porque
al ser creado por el ser humano, es como si el valor fuese diferente. Pero sin
embargo, el patrimonio natural al estar ya creado, es como si no nos
competiese tanto, ¡Y así nos va!
¡Qué
decir, de las imágenes! Realmente, dolientes, en más de un sentido. De un
lado, por la pérdida natural por el
desastre ecológico que eso supuso para el medio natural, y de otro la pérdida
de un medio de subsistencia para un pueblo que vivía de las ganancias que
sacaba del mar, además de acarrearle todo tipo de enfermedades. ¿Y todo, por qué?
Probablemente porque alguien pensó sólo en los beneficios económicos creyendo que
el mar sería una fuente de vida inagotable y que una plantación de algodón, o
los excesos de plaguicidas y fertilizantes que contaminasen las aguas
superficiales, sencillamente, no importaba mucho.
Además
de esto, los desastres ecológicos también traen cambios en el clima, por lo
cual la desertización se da a mayor escala por la falta de lluvia,
prolongándose los inviernos, ya de por sí fríos, pasando por lo tanto a ser más
prolongados y con temperaturas aún más bajas, lo que repercute, indudablemente,
en la salud de sus habitantes.
Por
lo tanto, antes de plantar cualquier especie, sea algodón, u otras especies
autóctonas de otros países, que substraen la vida que la tierra no tiene (por
ejemplo eucalipto traído de Australia
para España), pensemos antes las consecuencias que traerán su cultivo y
no tanto, en los beneficios económicos del momento, que en un muy corto espacio
de tiempo, estos se vuelven en contra nuestra. ¡Y con toda la razón!
Mª Elva Vega Grande