Estamos ante una pesadilla, sí,
la que viven esas personas todos los días de su vida, entre miseria, hambre y
prostitución. El lago Victoria se ha convertido en una fuente de explotación de
los países desarrollados, en busca de una variedad de pescado introducido ya en
los años 60: la perca azul. Ésta acabó con los demás peces del lago, y hoy en
día es exportada en toneladas a los países desarrollados.
Al leer esto, cualquiera puede
pensar que supuso un gran avance económico para los países que viven alrededor
del lago, pero la realidad es la que se nos muestra en el documental; trabajan
explotados por una miseria, muchos no ganan más que 1 dólar al día y casi
todas, o más bien todas, las mujeres se ven obligadas a ejercer la prostitución.
De este modo, Europa y otros continentes, compran pescado muy barato y lo
venden aquí muy caro,(también hacen esas actividades en otros países) proporcionando
un beneficio económico que permite mantener el sistema capitalista. Al mismo
tiempo que los aviones transportan el pescado, llevan armas a los países Africanos.
A pesar de que no queda del todo claro que esto sea así, particularmente me
parece que así es. A los países desarrollados les interesa que esos países se
peleen entre sí, además proporcionándoles armas a los dirigentes,
pueden mantener a raya a las comunidades. Triste pero cierto. Triste que para
que aquí vivamos medianamente bien, más del doble tengan que estar viviendo en
una pesadilla. Una pesadilla de niños huérfanos en la calle, estómagos
inflados, pero no de comida, sino de desnutrición; que querrían estudiar para trabajar
algún día de profesores o abogados.
La economía neoliberal se
mantiene y depende principalmente de los países subdesarrollados. La realidad
es que vivimos en la indiferencia, por qué nosotros/as no somos los/las
explotados/as. Reflexionar está muy bien cuándo no se sabe bien cómo actuar. Y
así vivimos.
Manuel Reguera Pereira
LA
PESADILLA DE DARWIN
Cuando
sacan imágenes de las personas en África, aunque vivan en extremas
circunstancias, siempre tienen una sonrisa, se diría que aplican la canción que
sale en “La pesadilla de Darwin”, a pesar de que su gran pesadilla siga siendo
quien durante tantos años se ha encargado de exterminarlos y de cerrarle las
puertas. ¿Y todo por qué?
Han
pasado ya 10 años desde el estreno del documental y parece que nada haya
cambiado, ya que se seguirán dando cada día esas escalofriantes imágenes.
Porque no hay que olvidar que la pesadilla sigue vive, ya que la “perca”,
eufemismo sin duda del ser humano del primer mundo, sigue cobrándose vidas cada
vez que pone una valla o cierra una puerta, a aquella persona que no tiene con
qué pagar un billete y que seguirá muriendo allá de hambre o en el camino en el
intento de querer creer que lo que dice la canción de “Don’t worry, be happy”
es realmente verdad.
Duele
pensar que cada vez que estemos comiendo un pescado en este mundo globalizado,
en la otra parte del mundo, no muy lejos de nuestra vieja Europa, se esté
muriendo o malviviendo una persona, porque sigamos agachando la cabeza mirando
lo que dice el “W.APP y dejando de lado de ver, o negando, todo lo que sucede a
nuestro alrededor.
A
toda esta pérdida de vidas humanas, además hay que unirle el desastre ecológico
que sin duda seguirá provocando el devorador pez en el lago Victoria, dado a
conocer en otras ocasiones, como majestuoso. No sé si algún día he comido
perca, pero sin lugar a dudas, lo mismo que hiciera Escarlata en “Lo que el
viento se llevó”, pongo por testigo a este Blog, que aunque egoístamente
quizás, nunca la comeré y deberé dejar pasar un tiempo hasta que pueda
“digerir” otro de estos peces.
Si
los “Diamantes de Sangre” dolía verla, el experimento que dio lugar a tal
pesadilla, sabes que estará ahí siempre para recordarte, que o hacemos algo por
la otra arte de la Humanidad o “el gran pez” terminará un día por devorarnos a
la otra mitad.
Estaría
bien que su director, con los premios que seguramente ganó por mostrar tal
crudeza, costease campañas para acabar con tanto sufrimiento,
Mª Elva Vega Grande
La pesadilla de Darwin
Tras haber realizado el
visionario de este video, puedo decir que mi indignación crece.
Es muy triste ver, por
ejemplo, como los/as niñas/os viven en la calle tras haber perdido a sus
padres, o que estos no quieran hacerse cargo de ellos/as. O de como se pelean,
y fuman solamente para poder soportar la dureza de la calle.
Ninguna persona debería de
vivir así su niñez, y estoy segura de que muchas/os no llegaran a alcanzar su
adultez.
Es también terrible
descubrir que muchas mujeres tienen que prostituirse solamente para poder
mantenerse. Pero casi es más indigno que el párroco les recomiende no ponerse
condón porque según el "la promiscuidad es pecado".
No entiendo como una
persona puede hablar de la necesidad que tienen que pasar esas mujeres para
tener que realizar ese empleo, y al mismo tiempo decirles que si toman las
precauciones para no quedarse embarazada o no coger ninguna enfermedad serán
castigas por el Señor. Es una contradicción en sí misma pues, ¿no están
recibiendo ya castigo suficiente sin merecerlo?
Si es cierto que se pudo
observar un poco las dos caras de la misma moneda, pues, se veía a los
trabajadores y empresarios, y luego a las personas de la calle, con sus
diferencias.
Pero... ¿cómo una persona
puede estar tan desesperada hasta el punto de evitar operarse y seguir
trabajando en un lugar donde verdaderamente le hace daño solo para poder comer?
¿Cómo puede ser que gente pida la guerra porque así sería reclutada y podría
volver a cobrar y tener con qué alimentarse?
Es muy desolador ver lo
que tienen que sufrir estás personas, el dolor que tienen que sentir... y ver
que nadie hace nada.
No obstante, esa realidad
se puede aplicar al lugar donde vivimos con pequeñas modificaciones.
Pues, ¿no hay mujeres que
tienen que hacer la calle para sobrevivir? ¿No hay gente sin recursos que
duerme en el frío suelo por falta de vivienda? ¿No existe gente que trabaja por
un sueldo miserable y en condiciones infrahumanas solo por conseguir algo de
dinero con el que sobrevivir?
No nos engañemos, puede
que el dolor, la pobreza... viva en África, de eso estoy segura. Pero no
necesitamos recorrer tantos kilómetros para poder observar el daño que las
personas sin recursos sienten cada día.
Solo tenemos que salir a
la calle.
Iria Lorenzo Blanco
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